Confieso que no conocía la existencia de un “Día de la Amistad Hispano-Filipina” que hoy día 30 de junio cumple su X aniversario. La historia de esta conmemoración me ha parecido maravillosa porque tiene su origen en una confrontación bélica entre ambos países, lo que en principio es todo lo contrario a un acto de amistad. Esta es la historia:

 Hace ciento catorce años, el día 30 de junio de 1898, el Presidente de la Primera República Filipina, el General Emilio Aguinaldo, promulgó un decreto en el que ensalzaba por su lealtad y valentía a los últimos soldados españoles que habían resistido atrincherados en la iglesia del pueblo de Baler, isla de Luzón, durante casi un año defendiendo la bandera nacional. Cuando se rindieron después de 337 días de asedio por los filipinos, éstos, asombrados por su heroísmo ordenaron que los supervivientes fueran tratados como amigos de Filipinas, no como enemigos, y que se les facilitaran los salvoconductos necesarios para regresar a España. Para honrar este memorable episodio, el Parlamento de Filipinas aprobó el 22 de julio de 2002, la Ley de la República nº 9187, por la que se declaraba el 30 de junio como el “Día de la Amistad Hispano-Filipina”. Aprovechando esta ocasión, el Senado de España quiso mostrar su agradecimiento por la aprobación de esta Ley, que nos recuerda los profundos vínculos históricos y culturales, los lazos de amistad y la cooperación existente entre España y Filipinas, aprobando en el pasado Pleno una declaración institucional en relación a este hecho. Gracias a esta declaración institucional conocí la existencia de este Día de la Amistad Hispano-Filipina.

 Es sintomático que la manera de recordar la gesta de “los últimos de Filipinas” haya tenido que ser de esta forma “colateral”, por llamarlo de algún modo. “La página más heroica desde Numancia” en palabras de Azorín, protagonizada por un reducido grupo de cuatro oficiales y cincuenta soldados del Batallón Expedicionario de Cazadores nº 2 que permanecieron atrincherados durante once meses en la Iglesia de San Luis de Tolosa en Baler, sin saber que ya se había firmado el Tratado por el que la soberanía de Filipinas pasaba a Estados Unidos y que sólo capitularon  tras cerciorarse de que la guerra hacía meses que había acabado, consiguiendo unas condiciones honrosas como la de salir armados y con la bandera de España, que fue la última que ondeó en Filipinas.

 Esa guerra la perdimos a pesar del heroísmo de los soldados de Baler, y con ella los restos del imperio. Hoy las batallas que parecen interesarnos son las deportivas y mañana domingo miles de banderas ondearan dando alas a la Selección Española de fútbol, que juega la final contra Italia. Si esta vez la excusa para sacar la bandera es el fútbol, bienvenida sea. Quizá en un futuro las próximas generaciones no necesiten de la iniciativa del gobierno Filipino para conocer los hechos heroicos de unos soldados de España y no necesiten acontecimientos deportivos para exhibir sin complejos la bandera. Ah! Y este partido lo vamos a ganar.

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Written by Miguel Angel Rodríguez
He sido muchas cosas, ahora solo un ciudadano de a pie que expresa su opinión sobre los asuntos de su interés, que son variados. Si no os gusta lo que leéis podéis seguir circulando. Sin acritud. Per aspera ad astra.