El pasado domingo se celebraron elecciones autonómicas en Cataluña y junto con algunos otros estuve allí para apoyar a los compañeros del PP catalán y a su presidenta Alicia Sánchez-Camacho, compañera mía en el Senado. No tenía preferencia por ningún colegio electoral o zona y la organización decidió que los senadores debíamos estar en Vic, capital de la comarca de Osona. Se trata de una antigua ciudad medieval, bonita y llena de historia. Patria chica de artistas, santos y militares, como el pintor de cámara de Isabel II, Francisco de Paula Van Halen; de Santa Joaquina de Vedruna o de Gabriel de Avilés y del Fierro, gobernador de Chile y Virrey del Río de la Plata en el s. XVII. Grandes hombres y mujeres que honraron a su pueblo natal y a España en las artes, en la religión o contribuyendo a la grandeza española en el continente americano en representación de la Corona. Por no hablar de su hijo más universal, el teólogo y filósofo Jaime Balmes, al que Pío XII calificó como “Príncipe de la Apologética moderna” y cuya cara de cura joven ilustraba los billetes de cinco pesetas en la España de 1951. Pero todo esto nadie lo recuerda ya en Vic. Los mayores han tejido un manto de olvido y los más jóvenes ni siquiera han aprendido esta parte de la historia de su pueblo que es también historia de España. O precisamente por eso.
Hoy Vic, con unos cuarenta mil habitantes, encabeza una comarca de 51 municipios y en ninguno de ellos el Partido Popular tiene representación municipal. Para colmo de males el pasado 17 de septiembre el Pleno de su Ayuntamiento declaró a la ciudad como “territorio catalán libre y soberano”. Cinco grupos políticos, entre ellos CIU, votaron a favor de la moción. El PSC se abstuvo y los concejales de Plataforma per Catalunya, el partido populista de corte xenófobo de Josep Anglada, votaron en contra. Con estos antecedentes llegamos en torno al mediodía al colegio de educación infantil y primaria “doctor Joaquim Salarich”, que contaba con nueve mesas de votación. Ubicado en el extrarradio del municipio, su entrada estaba adornada por algunas pancartas que criticaban los recortes de Artur Mas en materia educativa y que curiosamente nadie había retirado ante la cita con las urnas. Las mesas de votación estaban dispuestas en el gimnasio del centro escolar y si algún paisano hubiera entrado al lugar diciendo que una nave espacial se había posado en el patio y de ella habían descendido hombrecillos verdes, hubiera causado menos impresión que nuestra llegada con las credenciales de apoderados del PP.
Superada la sorpresa inicial la jornada discurrió con normalidad a excepción de la cara de pocos amigos con la que nos miraban algunos apoderados de partidos de corte independentista. En general el trato fue cortés pero distante por parte de algunos y de clara indiferencia por parte de la mayoría y aunque todo el mundo hablaba catalán tengo que decir que cuando me dirigí en castellano a alguien, me respondió en castellano lo cual es de agradecer. De alguna conversación con interventoras de CIU me quedó claro lo interiorizado que tienen que el Estado no les da lo que Cataluña se merece o que directamente les roba sus recursos, llegando a decir que si Rajoy hubiese aceptado la propuesta de pacto fiscal que le hizo Mas, éste no habría llegado tan lejos en sus pretensiones soberanistas. Un trabajo de modelado de conciencias realizado durante años en las escuelas y en los medios de comunicación afines al nacionalismo, que ha dado sus frutos en forma de miles de “esteladas” colgando de ventanas y balcones, imagen impensable hace algunos años. Llegado el recuento se vivieron algunas escenas de cierta tensión cuando reclamamos como válidos varios votos del Partido Popular que los miembros de la mesa querían dar como nulos. O cuando reclamamos copia del acta de escrutinio que no nos querían facilitar alegando cierto defecto de forma en nuestra credencial de nombramiento de apoderados. Todo se solventó sin incidentes.
El resultado de las mesas reprodujo y fue reflejo de lo que pasó en el resto de Cataluña. Victoria de CIU pero en mucha menor medida de lo que esperaban (caras largas de los representantes de CIU). Más votos de los esperados a “Esquerra Republicana” en buena medida trasvasados de CIU (caras de euforia de sus interventores, porque se convierten en la segunda fuerza política de Cataluña). Práctica igualdad de votos entre el “Partido Socialista de Cataluña” y el Partido Popular (hecho inédito que convierte al Partido Popular en la segunda fuerza política de la provincia de Barcelona con doce diputados), y aumento de partidos como “Ciutadans- Partido de la Ciudadanía” o como la variante catalana de Izquierda Unida, junto a la irrupción en el parlamento con tres escaños del partido radical y antisistema “Candidatura de Unidad Popular- CUP” cuyos integrantes son mayoritariamente jóvenes independentistas con estética e ideología 15-M. Un verdadero peligro que supone que los que quieren dinamitar el sistema hayan conseguido estar dentro del mismo como una suerte de caballo de Troya. No podemos calibrar aún el daño que haya podido causar la estrategia de Mas para desviar la atención de sus graves fallos de gestión. El tiempo dirá.
En definitiva, una experiencia altamente enriquecedora por lo que supone conocer de primera mano la realidad del catalanismo más o menos radical y también por haber contribuido, de forma modesta y junto a otros compañeros de Castilla-La Mancha, a la obtención de los mejores resultados de la historia del Partido Popular en Cataluña.
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