A fuerza de oír hablar de cifras, de economía, de empleo y de PIB, que en esencia todo viene a ser lo mismo, no habíamos reparado en una institución natural de nuestra sociedad que tradicionalmente ha cumplido un papel protagonista y que es ahora, en momentos de dificultad, cuando se hace más necesaria. Me estoy refiriendo a la familia. La semana que concluye conmemoraba, además de a San Isidro, el Día Internacional de la Familia. No soy muy dado a este tipo de jornadas conmemorativas “de algo” pero esta en concreto ha venido muy bien para ilustrar las medidas que el Gobierno de la presidenta Cospedal ha anunciado al hilo de esa conmemoración, instituida por las Naciones Unidas en 1993, haciéndose eco de la importancia que la comunidad internacional le otorgaba a la familia para promover la concienciación y un mejor conocimiento de los procesos sociales, económicos y demográficos que afectan a este importante núcleo de la sociedad. El propio Secretario General de las Naciones Unidas en su mensaje de este año al respecto decía: «La familia es el elemento que aglutina a las sociedades, y las relaciones entre las generaciones perpetúan este legado en el curso del tiempo. Este año, el Día Internacional de la Familia es una ocasión para celebrar los vínculos que existen entre todos los miembros de la constelación que conforma una familia. También es una oportunidad para reflexionar sobre el modo en que inciden en ellos las tendencias sociales y económicas, y sobre lo que podemos hacer para fortalecer a las familias en respuesta a ello.»
Significativa también es la frase del religioso y orador francés Lacordaire, precursor del cristianismo social, quién hace más de un siglo afirmó: “¿Qué es una familia sino el más admirable de los gobiernos?” Y es así porque actúa siempre buscando el interés general de los miembros, el mutuo apoyo ante las dificultades y es, por tanto, una vacuna contra ese individualismo que amenaza a nuestra sociedad y la hace insolidaria y carente de principios. Por eso, y vuelvo al principio, son dignas de reseñar las medidas adoptadas en el último Consejo de Gobierno de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha tendentes a la puesta en marcha de un Plan Estratégico de Ayuda a la Familia 2013-2016, con el objetivo de afrontar los retos a los que se enfrentan las familias hoy en día. Se ha considerado que la familia debe tener “apoyo transversal” ya que está relacionada con aspectos muy diversos, que recoge el Plan, como la economía, el empleo, la educación o el tratamiento de personas con algún tipo de discapacidad o dependencia. En este sentido, la presidenta avanzó que el Plan contará con siete líneas de actuación que tienen por objetivo fortalecer la imagen y la protección de la familia como institución básica de la sociedad castellano-manchega y como sujeto de derechos y libertades y dentro de la familia especialmente a los más débiles, como dependientes y discapacitados. En Castilla-La Mancha en relación a las políticas de apoyo a la familia han sobrado buenas intenciones y han faltado hechos por parte del anterior gobierno socialista. Ahora con esta planificación estratégica el Gobierno de Cospedal pone a las familias, verdadero motor de la sociedad, en el centro de su acción de gobierno y esa acción tendrá efectos positivos en el conjunto de la sociedad.
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