La criminal sucesión de atentados atribuidos al terrorismo yihadista hacen que se susciten encendidas polémicas que tienden a enfrentar el binomio seguridad-libertad, formado por dos conceptos de los que nadie discute su íntima conexión. Las polémicas han girado alrededor de si la una puede ser sin la otra, o si una es más importante que otra, básicamente. Así, mientras algunos se entretienen en juegos florales o en discusiones sobre si son galgos o podencos otros, los malos, se organizan para matarnos. En la reciente celebración de la Pascua Militar, ni el Rey ni la ministra de Defensa se entretuvieron en esos juegos florales, y dijeron lo que tenían que decir. Felipe VI situó ayer la amenaza del terrorismo «en el centro de las preocupaciones de seguridad de los españoles y de nuestros socios y aliados». «Por ello, no debemos escatimar esfuerzos por aumentar nuestra capacidad de prevención y de respuesta ante esta lacra que pone en peligro nuestra sociedad, desprecia nuestros valores democráticos y es un enemigo de la Humanidad». Necesitamos unas Fuerzas Armadas dotadas de medios y de personal. Es necesario continuar con el proceso de modernización del Ejército con el fin de mejorar su operatividad y capacidad de respuesta para ir por delante de los «desafíos cambiantes e imprevisibles» y avanzar hacia «un mundo más seguro», en palabras del propio Felipe VI. En esa misma línea, la ministra de Defensa, María Dolores Cospedal, adelantó que propondrá a los partidos políticos el desarrollo de «una ley de sostenibilidad de las Fuerzas Armadas, que esté por encima de posicionamientos políticos e ideologías».
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