6 de julio, víspera de San Fermín, y en Castilla-La Mancha ya tenemos nuevo presidente. Aunque cuando escribo estas líneas aún no se conoce el nuevo Gobierno, quizá cuando usted lo lea si se conozca. El nuevo presidente se estrenó tras su investidura asistiendo al evento cultural de nuestra tierra por excelencia, el Festival de Teatro de Almagro. Y recordaba yo la primera vez que la presidenta Cospedal vino a inaugurar el festival, recién nombrada presidenta, y la que le montaron los amigos de García-Page. Sin haber tomado aún ninguna decisión de calado, sólo por el hecho de ser la presidenta que los castellano-manchegos eligieron en las urnas, los amigos de García-Page decidieron que había que dar ruido en la calle. Había una diferencia clara entre ambos: Una, Cospedal, había ganado las elecciones con toda la maquinaria socialista en contra. Otro, Page, no las ha ganado y en cambio es presidente. Un artista. Ya dejé escrito que la política y el arte, por suerte o por desgracia, siempre han estado relacionados. Fue Aristóteles el que definió la política como una función arquitectónica y según Valéry la arquitectura es el arte creador por excelencia “por ser la única que modifica la naturaleza”. Sin duda la política, al igual que la arquitectura, se realiza con materiales dados, atendiendo a la disponibilidad de los mismos y a sus condicionamientos, e igual que la arquitectura debe atender a levantar las paredes maestras del edificio, en vez de perderse en los detalles de la fachada. Estarán conmigo en que es más importante examinar los contrafuertes que los elementos decorativos.
Por supuesto que la fachada y los elementos ornamentales son importantes pero, ya lo dijo alguien, “primero lo urgente y después lo importante”. Para el Partido Popular lo urgente era atender las nóminas de los funcionarios, que peligraban. Lo urgente era no tener que cerrar ningún hospital ni ningún recurso sanitario. Era garantizar que nuestros jóvenes tuvieran una Universidad de calidad y que no estuviera amenazada de quiebra por los impagos del anterior gobierno socialista. Lo urgente era pagar a las farmacias y a los miles de proveedores que ya daban por perdido el cobro de los que se les debía. Hoy todo esto suena muy lejano, pero pasó ayer. Hace cuatro días que los ciudadanos nos eligieron para sacar a la región del atolladero en el que el PSOE la había metido. Un PSOE que tiene unos socios de gobierno cuyo modelo económico es el de Grecia. El modelo Siryza de la quiebra, los corralitos y las confiscaciones. Gracias al Gobierno de España es casi impensable que en nuestro país pase algo así, y desde luego no me quiero imaginar a nuestros pensionistas no pudiendo disponer de su pensión. Llámenme agorero, pero estoy seguro que dentro de cuatro años la historia se repetirá porque no saben gobernar de otra manera más que a fuerza de tirar de talonario de dinero público. Será un nuevo presidente pero con las viejas políticas socialistas de siempre. Hoy Castilla-La Mancha es una región seria y solvente. Esperemos que dentro de cuatro años siga siendo así. Lo vamos a exigir.
La foto que acompaña esta entrada es del divino Julio César porque estamos en su mes. No tiene nada que ver con el artículo, o sí.
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