Hoy se celebra la festividad de San Fernando, rey de España y gran militar. Durante su reinado fueron conquistadas y arrebatadas a los musulmanes, en el marco de la Reconquista, entre otras plazas, las ciudades de Córdoba, Sevilla, Jaén y Murcia, obligando con ello a retroceder a los reinos musulmanes, que, al finalizar el reinado de Fernando III el Santo en 1252, únicamente poseían en la Península Ibérica las actuales provincias de Huelva, Cádiz, Málaga, Granada y Almería.

 San Fernando es el patrón del Cuerpo General de las Armas del Ejército de Tierra y especialmente del cuerpo de Ingenieros, pero además el conocido como “Día de las Fuerzas Armadas” se celebra siempre el fin de semana más próximo a esta festividad.

 

Por este motivo durante las semanas previas se han realizado actos para que la llamada sociedad civil conozca mejor a sus Fuerzas Armadas. Jornadas de puertas abiertas en establecimientos militares y Juras de Bandera para personal civil en diferentes acuartelamientos o en plazas públicas como el caso de la realizada en Ciudad Real el pasado 20 de mayo donde cientos de personas de toda la provincia quisieron prestar ese juramento solemne. Bajo la fórmula: «¡Españoles! ¿Juráis por Dios o prometéis por vuestra conciencia y honor guardar la Constitución como norma fundamental del Estado, con lealtad al Rey y, si preciso fuera, entregar vuestra vida en defensa de España?». Así, un grupo de hombres y mujeres de todas las edades quisieron libremente sentirse más unidos a ese símbolo de todos que es la bandera, cuyas particularidades se recogen en la Constitución Española junto con el artículo que establece para todos los españoles el derecho y el deber de defender a España. Y quién dice España dice sus símbolos. La bandera o el himno son mucho más que un trapo y una melodía. Son la expresión y síntesis de España, de sus valores, de sus gestas y el recuerdo imperecedero de los que murieron en defensa de esta gran nación.

Por ello cuando un grupo de homínidos vociferantes silban y abuchean los símbolos de todos, todos nos tenemos que sentir agraviados. Porque los que silbaron al himno por ejemplo al inicio del partido de la copa de S.M. El Rey, tenían como fin ultrajar o menospreciar ese símbolo que para muchos representa más que

una melodía. Y no se trata de un nacionalismo trasnochado, se trata de respeto. Al amparo de esa “libertad de expresión” tan traída y tan llevada igual se silba y abuchea la bandera que se trocea, aliña y cocina un Cristo en un programa de televisión por parte de un pretendido “artista”. Dónde unos ven libertad de expresión, otros con la ley en la mano ven un ultraje a los símbolos de la nación o un escarnio de las creencias religiosas. Insisto se trata de un mínimo de respeto a las ideas y creencias de los demás.

Por fortuna aún quedan reductos donde el honor, la lealtad, la disciplina y el amor a España son asignaturas obligatorias. Una semana después de la Jura en Ciudad Real pude asistir a la celebrada en la Academia de Infantería de Toledo. Cuando el Batallón de varias compañías de Caballeros Alféreces y de sargentos alumnos gritaron al unísono el Viva España de rigor, me sentí totalmente desagraviado por lo visto en ese partido de fútbol y la masa de homínidos vociferantes se esfumó en la bruma de la memoria y ahora lo que resuena en mi mente son las últimas estrofas del himno de la Infantería Española: “…Y la Patria, al que su vida le entregó, en la frente dolorida le devuelve agradecida el beso que recibió”.

 

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Written by Miguel Angel Rodríguez
He sido muchas cosas, ahora solo un ciudadano de a pie que expresa su opinión sobre los asuntos de su interés, que son variados. Si no os gusta lo que leéis podéis seguir circulando. Sin acritud. Per aspera ad astra.