No seré yo el que venga a desvelar aquí el famoso y conocido “Principio de Peter” pero lo que tengo claro es que el Gobierno “Frankenstein” de Sánchez&Iglesias ha rellenado todos los puestos en los ministerios con un ministro o alto cargo que es incompetente para desempeñar sus obligaciones, validando así la famosa teoría desvelada por Lawrence J. Peter a mediados del siglo XX. Sólo hay otra opción: que sean malos por naturaleza y prefieran los votos a la salud.
El Gobierno minimizó la crisis del Covid19 e hizo caso omiso a lo que estaba ocurriendo en otros países, incluso animó a participar en actos multitudinarios el 8M pese a las advertencias en contra de la Organización Mundial de la Salud. Periodistas bien pagados, que no van a tener problemas para llegar a fin de mes, no sólo alentaron desde sus púlpitos en los medios, sino que se rieron de una pandemia a la que se referían como una nueva gripe, pero un poco más fuerte. Seguro que no lo hicieron por maldad, sino por esa inveterada costumbre de algunos de hablar de lo que no se sabe con el aplomo y la gracia suficiente para parecer un erudito en la materia. Lo que viene siendo un “bocachancla”. Algún día habrá que valorar en sus justos términos el daño terrible que esos periodistas afines al Gobierno le han hecho a la credibilidad de sus medios y al periodismo en general; porque la libertad de información sin rigor y con falsedades se convierte en otra cosa. Igualmente algún día habrá que tirar del hilo y saber quién del entorno del Gobierno Sánchez&Iglesias se ha dedicado a crear periodistas inexistentes como Miguel Lacambra, para que difunda en los medios afines las verdades oficiales del régimen, que algunos consumen obedientemente como el que se toma el paracetamol cada ocho horas por prescripción facultativa.
En España hay una tendencia natural a creer lo que dicen las izquierdas porque lo dicen con una suficiencia moral que da pasmo, y uno ya no sabe si lo hacen así porque se creen sus propias mentiras o porque su personalidad ya ha traspasado todos los límites y se ha convertido en una patología. Algunos psicólogos han llegado a la conclusión de que los mentirosos compulsivos lo hacen por “motivos vivenciales”, pero esos traumas no los podemos pagar los españoles, sobre todo cuando pueden llegar a costar vidas. Y todo el mundo sabe que mentir es más fácil que desmontar la mentira posteriormente. Por si fuera poco, cuando desde alguna institución previsora como la Policía Nacional se atisbó la magnitud de lo que se nos venía encima, la opción fue cesar al alto mando que hizo acopio de material y organizó el protocolo a seguir por sus subordinados con tiempo y con rigor.
El resto ya es conocido: la improvisación, los desmentidos, la falta de conocimiento, la falta de material de protección, la falta de test en residencias y al personal más expuesto y el rosario de muertes han sido la tónica habitual de estos días aciagos. Mientras tanto el Gobierno, con Sánchez a la cabeza, sigue empeñado en sobrevivir políticamente cuando el sentido común dice que esto está periclitado. Sánchez e Iglesias ya han tenido su momento de gloria, ahora la degeneración y la decadencia son tan evidentes que sobra cualquier comentario. Y es esa degeneración la que lleva al todavía presidente a pedir unos “Pactos de la Moncloa” que no son otra cosa que unos pactos para que él siga en la Moncloa. No hay ningún atisbo de autocrítica, ningún gesto de humildad en alguien al que le gustaría que se emitiera moneda con su efigie. Se pide una lealtad a la oposición que no es bidireccional, ergo lo que se está pidiendo realmente es fidelidad perruna, y por ahí sí que no se puede pasar. Los portavoces del PSOE mienten descaradamente desde el púlpito de la soberanía nacional que es el Parlamento y se insulta a la oposición mientras se le pide lealtad (entiéndase fidelidad).
Tenemos el peor Gobierno desde la Transición en el peor momento posible. Un Gobierno que miente a los españoles para tapar una ineficacia criminal que ha costado hasta la fecha más de 16.000 vidas. La siguiente estrategia de los asesores monclovitas es lo último que les queda ya: pasar al ataque. Hablar de “recortes” en años anteriores hechos por “la derecha” y atacar por tierra, mar y aire a la presidenta de la Comunidad de Madrid. En Castilla-La Mancha estamos viviendo algo parecido. El mismo día que Sánchez decretó el cierre de los colegios, García-Page dijo en rueda de prensa que él no iba a cerrar los colegios para contentar a los que querían 15 días de vacaciones (es fuerte, pero está grabado). Después vino el caos y se echó la culpa a los recortes del PP obviando que el PSOE gobierna en CLM desde 2015 y que antes gobernó casi 30 años seguidos. La situación en las residencias y en los hospitales es dantesca, sin elementos de protección, sin test como he mencionado más arriba y con una turbia historia en la compra de unos respiradores en Turquía que que ni siquiera son válidos para enfrentarse al Covid19 (lean lo que dice al respecto el jefe de servicio de Anestesiología del hospital de Albacete).
Lo último que he escuchado a un responsable de la Junta castellano-manchega en los medios, porque mantienen cerrada las Cortes, es que la culpa es del efecto frontera y de los “madrileños” insolidarios que traspasan su frontera para venir a infectarnos. Esa teoría se viene abajo en una provincia como Ciudad Real, que no es limítrofe con Madrid que se sepa, y que ostenta el triste récord de ser la provincia de España con más muertes por cada cien mil habitantes. Toda una antología del despropósito que sería de chiste si no estuviera constando vidas humanas. Se han traspasado muchos límites, espero que cuando todo pase alguien asuma sus responsabilidades. Porque gestionar no es salir en las fotos e ir de fiestas a los pueblos invitado por los alcaldes de tu partido. Aplaudir a los que nos cuidan está bien y sube la moral, pero no es suficiente.
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