Que esta legislatura no va a ser un camino de rosas, es una obviedad. Una vez que ya tenemos Gobierno, el próximo jueves 17 se procederá a la apertura solemne de la XII Legislatura por parte de Su Majestad el Rey. Un Gobierno presidido por Rajoy, quien ya durante la pasada legislatura tuvo que tomar medidas duras para salir de la crisis. No soy de los que miran hacia atrás, pero la situación heredada no dejaba otra opción. El déficit previsto según el PSOE al dejar el Gobierno de España era del 6%. Después se comprobó que el déficit total de las Administraciones Públicas se situaba en más del 9% a finales de 2011, lo que supuso una desviación de 30.000 millones de euros. Este fue el primer motivo por el que hubo de tomar decisiones no contempladas inicialmente en el programa electoral. Había que taponar la herida inmediatamente. Meses después, tuvimos la crisis de la prima de riesgo. Si, ese concepto del que ya nadie habla. Los más de 600 puntos que alcanzó a mediados de 2012 casi suponen la quiebra y la intervención de España por parte de los organismos internacionales. Gracias a las medidas puestas en marcha por Rajoy, que hicieron que España fuera vista de nuevo como un país serio que cumple sus compromisos, la crisis de la prima de riesgo y el fantasma de la intervención también se alejaron. En Castilla-La Mancha pasó prácticamente lo mismo aunque con variables endógenas, como el despilfarro del que hicieron gala los últimos dirigentes socialistas y que puso a nuestra región al borde mismo del precipicio. Organismos duplicados con cientos de funcionarios y presupuestos desorbitados. Prebendas inaceptables para los altos cargos socialistas como coche oficial, personal y asesores de libre designación por doquier, privilegios salariales cuando dejaban la política, descontrol en los gastos, compras masivas de material sin ningún control, naves llenas de regalos, no sabemos para qué fines, una televisión pública que era un sumidero por el que se iban cantidades ingentes de recursos públicos, una deuda sanitaria desbocada, una juventud condenada al fracaso escolar y destinada a quedarse en la cuneta, una región, en suma, desahuciada. Hoy vamos camino de volver a las andadas gracias al desgobierno del socialista García-Page y sus socios de PODEMOS.
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