Esta semana que comienza no me apetece hablar de personas mediocres porque el pasado viernes se conmemoraba la efeméride de la batalla de Lepanto. Fue D. Miguel de Cervantes, soldado de mar en esa épica batalla, quien la calificó como “la más alta ocasión que vieron los siglos pasados y presentes, ni esperan ver los venideros”. Eran tiempos de personas que lo daban todo por un ideal y por España. Una España, a veces maltratada, que esta semana celebra su Día de la Fiesta Nacional. Una celebración que está regulada por la Ley 18/1987, de 7 de octubre cuyo artículo único indica: “Se declara Fiesta Nacional de España, a todos los efectos, el día 12 de octubre”. Es en la exposición de motivos donde explica que la fecha elegida, el 12 de octubre, “simboliza la efemérides histórica en la que España, a punto de concluir un proceso de construcción del Estado a partir de nuestra pluralidad cultural y política, y la integración de los reinos de España en una misma monarquía, inicia un período de proyección lingüística y cultural más allá de los límites europeos”. Se trata del día que Colón descubrió América aunque la citada ley, promulgada bajo el gobierno de Felipe González, no ose citar este motivo por aquello de no enfadar a los que aún se seguían creyendo e incluso propagando la leyenda negra de España en América. Ese es el motivo de esta Fiesta Nacional de España, que históricamente se ha venido celebrando con distintos nombres.
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