A finales de junio se cumplirán seis meses desde que Mariano Rajoy llegó al Gobierno y será momento de hacer balance. En el Partido Popular somos conscientes de que las reformas no sólo eran necesarias sino obligadas y a ellas nos aplicamos desde el primer momento. No había tiempo que perder si queríamos gozar de la confianza internacional, condición sine qua non para que nuestra economía volviese a ser competitiva y generar empleo.
Lo acontecido en estos escasos meses de gobierno se conoce perfectamente. Se han atajado de raíz algunos de los males que aquejaban nuestra economía, el primero de ellos y más grave fue sin duda la improvisación y la incompetencia a la hora de tomar medidas por parte del gobierno de ZP. Mientras se aprobaba la reforma laboral, imprescindible para que el despido no fuera la única solución para los empresarios, y la reforma financiera, se trabajaba paralelamente en unos presupuestos que la semana que viene iniciarán su tramitación en el Senado, paso último para su aprobación definitiva. Además se ha reducido y adelgazado la estructura de la administración para evitar duplicidades y gastos innecesarios en aras de una austeridad también obligada por pura supervivencia. Pero una vez que España ya ha hecho sus reformas ahora le toca a Europa hacer las suyas.
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