El pasado martes mientras que el presidente del Gobierno Mariano Rajoy se encontraba en la reunión de la Asamblea General de la ONU, trabajando para que el resto de países socios y aliados conocieran y apoyasen los esfuerzos del Gobierno para  encauzar la economía del país, unas cuantas miles de personas se dedicaban a alborotar, provocar altercados e intentar asaltar o “tomar”, en su propio lenguaje, el Congreso de los Diputados sede de la Soberanía Nacional. Gracias a la labor de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, que pese a los insultos y las provocaciones sufridas supieron tener la cabeza fría y actuar en defensa de la legalidad vigente, el asalto al Congreso no se consumó. Si consiguieron una cosa: consiguieron que al día siguiente toda la prensa internacional abriera sus portadas con las imágenes de los disturbios y de las algaradas callejeras dando así una sensación de país inestable y en conflicto, situación muy alejada del sentir de la mayoría de los ciudadanos de España que incluso, desde la discrepancia con el Gobierno, se comportan de forma pacífica.  Y es que en momentos de crisis y de incertidumbre económica y social es muy fácil movilizar sentimientos y movilizar a jóvenes que se creen sin futuro y lo que es peor, sin esperanza. Pero todo esto no es nuevo. Ya lo hicieron en su momento los movimientos totalitarios (comunistas, socialistas y fascistas) que pusieron todo su empeño en conseguir la adhesión de los jóvenes en la construcción de sus nuevos mitos ideológicos: el «hombre nuevo» y el «Estado total». La célula comunista en la URSS que toma las decisiones de manera asamblearia es un precedente de las actuales asambleas del 15-M y movimientos similares. Lo que pasó en realidad fue la instrumentalización de toda una generación por motivos oscuros: el poder, la autoridad y los intereses económicos de algunos. Se les usó. Lo sucedido el martes en el Congreso es un ensayo involucionista que busca secuestrar la democracia, poner en cuestión el resultado de las urnas y poner en cuestión el sistema político fruto de la transición y algunos están colaborando a ello quizá sin saberlo, jaleados por partidos que se sientan en el Parlamento.

Viendo la respuesta tan tibia e incluso comprensiva que el Partido Socialista ha tenido hacia estos alborotadores, me acuerdo de la anécdota que contaba en uno de sus libros Vizcaíno Casas. En 1942, el sindicato estudiantil de Falange (SEU) convocó una manifestación ante la embajada británica en Madrid para reivindicar la españolidad de Gibraltar. No hace falta señalar que entonces las únicas manifestaciones permitidas eran las que el régimen de Franco organizaba.  El embajador británico, Samuel Hoare, telefoneó al ministro de Exteriores para protestar y este le contestó:»¿Quiere que le envíe más guardias?».El diplomático inglés respondió:» No, señor ministro. Prefiero que me mande menos manifestantes».

Algo así habría que decirle a Rubalcaba: Si tanto le cuesta ayudar a que el Gobierno haga su trabajo, al menos no mande más manifestantes.

 

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Written by Miguel Angel Rodríguez
He sido muchas cosas, ahora solo un ciudadano de a pie que expresa su opinión sobre los asuntos de su interés, que son variados. Si no os gusta lo que leéis podéis seguir circulando. Sin acritud. Per aspera ad astra.