Sun Tzu fue un general chino que vivió alrededor del s. V antes de Cristo. La colección de ensayos sobre el arte de la guerra atribuida a Sun Tzu pasa por ser el tratado bélico más antiguo que se conoce. Es sin duda uno de los mejores libros de estrategia de todos los tiempos y que inspiró desde Maquiavelo a Mao Tse Tung, pasando por Napoleón.

Y lejos de perder vigencia parece que a la vista de los recientes acontecimientos en España también algunos de los que quieren “quemar las calles”, según sus propias palabras, pudieran haber bebido de esta fuente. Pero nada más lejos de la realidad pese a que está comprobado que tienen una mínima organización y se remiten consignas e instrucciones por algunos líderes de grupo. Porque si los alborotadores callejeros que cercan las sedes del PP y agreden a la Policía fuesen estudiantes y hubieran leído “El Arte de la Guerra” de Sun Tzu, hubieran comprendido que no es un libro sobre la guerra, sino que es una obra que ayuda a comprender las raíces de un conflicto y buscar una solución. Y he dicho “si fuesen estudiantes” porque parece ser que de los catorce detenidos por los altercados de Valencia, sólo uno es estudiante y el resto se dedica a “sus labores”.

Porque “la mejor victoria es vencer sin combatir” decía el general, “y esa es la distinción entre el hombre prudente y el ignorante”. El problema surge cuando lo que se busca es el conflicto. Cuando lo que se intenta es tensar una situación de forma que ante un pequeño detonante, la situación explote. En este caso concreto del que hablo el detonante parece haber sido la falta de calefacción en un instituto, algo que las autoridades han negado, pero que fue motivo suficiente para que se produjeran graves incidentes. Y aunque muchos de los asistentes a la protesta lo hacían de forma pacífica, pronto se vieron superados por grupos violentos y organizados a los que les importaba bien poco que en el instituto en cuestión hubiese o no calefacción. Los llamamientos a concentraciones y movilizaciones hábilmente manejados en las redes sociales por agitadores de ultra izquierda hicieron el resto. Tampoco es nuevo en la historia reciente de España (y en la no tan reciente), la afición de la izquierda a intentar ganar en la calle lo que no son capaces de ganar en las urnas.

A los demás, a los pacíficos, lo que nos queda son las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado para que garanticen con su presencia el derecho que tenemos a estar también en la calle. No podemos consentir que se adueñen de las calles los movimientos de izquierda porque eso mermaría y socavaría los cimientos mismos de nuestra democracia. Cualquiera tiene derecho a protestar o manifestarse en la calle sea de izquierda, de derecha o mediopensionista, pero cumpliendo las normas  establecidas al efecto.

Y ante todo y sobre todo que impere la cordura. Que no se nos haga creer que España es un país donde se reprime violentamente a ciudadanos pacíficos porque eso es lisa y llanamente mentira y seguirá siendo mentira por mucho que las redes sociales (donde el anonimato es buen caldo de cultivo para exaltados) o los autoproclamados portavoces del “movimiento” estudiantil lo digan. Pero con todo lo más grave es que un partido que ha gobernado España y con vocación de gobierno como es el PSOE se dedique a jalear estos comportamientos con el único fin de socavar al Partido Popular. Me apunto a la teoría de Sun Tzu: ante un conflicto buscar soluciones, no guerra.

Miguel A. Rodríguez
Senador

 

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